La conexión con paisajes reales, materiales nobles y paletas sensoriales marca el rumbo del diseño para este año. En ese contexto, surgen nuevas colecciones inspiradas en la necesidad de bienestar, calma y pertenencia.


Tras un período de vida acelerada, encierros prolongados y sobreexposición digital, el diseño interior ha girado con fuerza hacia lo natural. Esta tendencia, que ha tomado protagonismo en los últimos años, hoy define muchas de las propuestas más influyentes en arquitectura y decoración: materiales nobles, colores que evocan paisajes reales y una estética que invita a reconectar con lo esencial. Frente al brillo excesivo y las líneas industriales, 2025 se perfila como el año del diseño sensorial, introspectivo y emocional.

La conexión con la naturaleza no solo responde a una búsqueda estética, sino a una necesidad vital. Estudios recientes sobre bienestar espacial revelan que incorporar elementos naturales en el hogar —ya sea a través de plantas, texturas o paletas cromáticas— puede reducir el estrés, mejorar el descanso y aumentar la sensación de equilibrio. Frente a ciudades que abruman, interiores que calman.

Ese cambio se refleja en las nuevas propuestas cromáticas. En lugar de contrastes intensos o colores artificiales, este año predomina una paleta que incluye blancos minerales, verdes profundos, ocres cálidos y grises suaves, todos inspirados en territorios reales y formaciones geológicas. El diseño se vuelve paisaje, y los espacios se transforman en extensiones sensoriales del mundo natural.

Un ejemplo de esta tendencia es nuestra nueva colección de diseños de melaminas, que toma como referencia lugares como el Salar de Uyuni, los manglares del Caribe o los cañones rocosos de Asia Central. Tonos como el blanco poroso de Uyuni o el verde profundo de Manglar no solo decoran, sino que buscan evocar amplitud, refugio y equilibrio. También destacan matices como el Terracota Charyn, inspirado en formaciones milenarias, o el Gris Ceniza, que remite a playas moldeadas por siglos de actividad volcánica.

Hoy las personas buscan habitar espacios que los hagan sentir bien, donde puedan reconectarse y encontrar equilibrio. Esta colección responde a esa necesidad, incorporando colores que se inspiran en la naturaleza para crear ambientes que transmiten calma, profundidad y sentido”, señala Sebastián García, Gerente de Desarrollo Técnico de MASISA. Según el especialista, la elección del color es clave en la experiencia del espacio: influye en cómo lo vivimos, cómo nos movemos en él y cómo nos sentimos al habitarlo.

El auge del diseño biofílico, formato que integra elementos de la naturaleza al diseño arquitectónico, también respalda esta evolución. Pero a diferencia de etapas anteriores, donde bastaba con sumar un jardín vertical o una lámpara de fibras vegetales, hoy se trata de una mirada integral. Las nuevas paletas buscan que los colores mismos en sus texturas, matices y referencias activen memorias y sentidos.